“Mañana es el gran día”, eso decíamos allá por el año 1976, en el que por primera vez nos podíamos permitir el lujo de votar en unas elecciones con ciertas garantías, tanto en el proceso como de los candidatos, donde estos daban lo mejor de si mismos como un servicio a la Comunidad.
Muchas cosas han cambiado desde aquellos momentos hasta hoy…los que los hemos vivido vemos como se ha “profesionalizado” el ejercicio de la política y donde las personas se “meten” a esto como podrían hacerse médicos, fontaneros o montar una carnicería para poder vivir con una buena calidad de vida.
Hoy en día las relaciones que un político de “medio pelo” y sin escrúpulos puede obtener, si sale elegido concejal o diputado autonómico, son de una trascendencia casi divina.
A mi modo de ver, esto hoy en día, a la vista de los múltiples casos de corrupción es consecuencia de que ya no estamos hablando de “ideas” ni de “servicio desinteresado a la Comunidad” como era por aquellos años difíciles en los que el sistema democrático en España comenzaba a ponerse de pié y dar sus primeros pasos; hoy en día el político busca su crecimiento y enriquecimiento personal, aprovechándose de los recursos que la Nación pone a su disposición para ser administrados de un modo coherente y limpio.
Bajo este clima de corrupción se nos pide que mañana no nos quedemos en casa y que vayamos a votar… me da la impresión de que alguno ve peligrar la “inmensa teta” que supone pisar las tan queridas alfombras rojas de los edificios y coches oficiales, sin tener ni puta idea de cuanto paga el votante por un simple kilo de patatas. Ese votante del que solo se acuerdan que existe dos meses antes de cualquier proceso electoral…el resto del tiempo como si se pudren todos.
De todos modos mañana ejerceré mi derecho al voto.